24 de noviembre de 2015

El lunes 24 tuvimos la tercera sesión de adiestramiento y el jueves la cuarta y última de momento.No soy un perro fácil, ni por tamaño, ni por carácter. Al llegar a casa, me encaramé a la puerta del vecino enfrentándome a sus dos perros. Ladraba y ladraba y mi amita no se hacía conmigo tirando de la correa. ¡Así no¡ Gritó Alberto, ¡Mira¡ y pegó un tirón de la correa que se rompió. Cuando noté que se soltó me di la vuelta para ver que había pasado. La cara de él era un poema mirando la correa, y la de ella otro, de guasa contenida, más, al oír la reprimenda que se llevó. Luego entramos al jardín y surgió el otro problema. Cuando están los perros del vecino me niego a entrar en casa. "Tienes que insistir, que no consiga su propósito! Tira poco a poco y no cedas." Le decía él. Imposible, no conseguía que subiera la escalera. Lo intentó Alberto. Tiraba con más fuerza , pero no fue posible moverme más que al primer peldaño.
Al  irse Alberto, que se le hacía tarde  y tenía obligaciones, no hubo más tirones. Mi amita sabe que por la fuerza no me ganará nunca, así que no me echa pulsos, y al final siempre gana. Me llevó con la correa por el jardín hacia la parte de atrás, tranquilizándonos un poco, y cuando fui a beber, no me dejó y volvió hacia la puerta, subiendo esta vez los escalones del tirón y entrando en casa.
A todo esto yo seguía tirándome hacia los coches o las personas aleatoriamente. Con Alberto íbamos por el pueblo rodeados de gente sin problemas. Andaba entre los dos con las orejas gachas. En ningún momento intenté atacar a nadie, pero cuando ya nos alejábamos del centro hacia casa, me encaré con una chica, Alberto corrigió con un tirón, cuando la pobre tenía mi cara delante de la suya .
Recuerdo que nos pasó una cosa curiosa. En el parque donde paseo nos cruzamos con una señora y yo la miré de tapadillo y emití un gruñido y en ese instante, justo cuando me iba a lanzar, Alberto tiró de la correa y me quedé sentado y cortado ¿porqué no me ha dejado?. El caso es que la señora le increpó ¡Pobre perro, menudo tirón le ha dado¡ En fin, si me dejan, me tiro encima de ella y si me hubiera dolido le hubiera dado un mordisco a mi amigo adiestrador.
El último día mi amita y Alberto tuvieron una conversación

17 de noviembre de 2015

Un verano calentito

Os presento a Roma, una monada de perrita, pero por más que la persigo, no quiere jugar conmigo. Es del hermano de mi amita  y tiene ya ocho años por lo menos. Fue un regalo de boda, pero un regalo consciente, pues querían tener un perrito. En agosto estuvieron unos días con nosotros y fue muy divertido.
Abajo estamos también con Obelix. Ambos la perseguimos pero ella no nos hace ni caso. A mí me tolera pero a Obelix ni eso. Será porque no está castrado y le huele las intenciones.
 En fin, tras quedarse mi amita compuesta y sin adiestradora, su hermana le recordó que el socorrista de la piscina de la Urbanización se dedica también al adiestramiento canino. Así que le llamó y concertaron una visita.
Como era de esperar, el día D según nos acercábamos a Alberto empecé a ladrar y ponerme de patas. Nos fuimos paseando, manteniéndose Alberto a una distancia prudencial, y no le quitaba ojo. Al poco rato, viendo que venía hablando con mi amita y no pasaba nada, empecé a mirarle con curiosidad. Me enganchó con una correa larga y caminó junto a mí, ahora para un lado, ahora para el otro, y mi amita mantenía su correa por el otro lado, por seguridad, por si en algún momento quisiera lanzarme hacia él y morderle (valiente tontería, a los amigos les recibo con las orejas gachas y moviendo el rabito, y Alberto ya era un amigo). Yo miraba a mi amita porque no entendía nada, pero Alberto daba un tironcín y le seguía. Así de sencillo. No necesitamos un bozal para nada. Ahí está sin estrenar.
Ahí estaba yo tumbado en el suelo mientras hablaban, tan tranquilo. Eso sí, una señora se acercó demasiado y salté como un resorte ladrando. Y también a un señor que pasaba. Su diagnóstico fue similar al anterior, inseguridad y agresividad por miedo. Y también coincidía el número de sesiones cuatro, eso si, el precio era la mitad.Vale, soy un pelín miedoso ¿y qué? No iba a ser perfecto. Yo no hice fotos y mi amita tampoco, pero podéis ver las que hizo Alberto en el facebook de COBICAN (Avila), que así se llama la empresa.
El 14 de agosto tuvimos la primera sesión. Lamento el tiempo perdido desde junio que mi amita contactó con Educan, hasta este momento. Por cierto que después de contaros mi experiencia con ellos mi amita pensó llamar a la adiestradora, pero cómo había cambiado de móvil, había perdido el contacto. Les envió un e-mail. Si le cuentan lo que pasó y me lo dice, os lo contaré.
Alberto apareció con una correa nueva para mí y no me gustó nada de nada. De las que llaman de ahorque, un lazo que se cierra sobre el cuello si tiro. Al principio me resistí un poco, me revolqué, me enredé... pero en el fondo soy un buenazo y enseguida me dejé llevar. Luego me paseó Alberto explicando a mi amita que la técnica de paseo adecuada consiste en que si yo comprendo que manda ella y tiene el control, me sentiré más seguro y no me tiraré a las personas ni a los coches ni a nada. Yo iba encantado del paseo con mi cara